viernes, 4 de septiembre de 2009

LA MUERTE NEGRA SE EXPONE EN EL MUSEO NACIONAL

Escuche en Recursos Relacionados una muestra de los alabaos con los que la cantaora de Guapi, Ligia Elena Pinilla, acompaña a los agonizantes a la muerte y luego a sus deudos.

Lo único que trajeron los esclavos a América fueron sus tradiciones. Por eso, lo primero que hicieron para reconstruir la vida fue levantar altares que les permitieran entrar en contacto con sus dioses y sus antepasados. Aún hoy, cinco siglos después, consideran a sus ancestros parte de la familia y les piden consejo y protección.

Para integrar sus deidades en plena época de evangelización tuvieron que camuflarlas bajo el ropaje de santos y vírgenes católicos. De ahí que existan fiestas patronales, como las de San José de Uré, en Córdoba, en donde delante de la procesión del Viernes Santo baila un 'diablo buenón', vestido de rojo, entre salves, rosarios y alabaos.

La importancia de la celebración de la muerte que tienen las diferentes comunidades negras fue la razón por la que el Museo Nacional, junto con el Grupo de Estudios Afrocolombianos de la Universidad Nacional -encabezado por Jaime Arocha-, le dedicaron la exposición 'Velorios y santos vivos: comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras' y publicaron un extenso catálogo con textos de diferentes investigadores del país.

Así mismo, habitantes de San Andrés, Providencia, Santa Catalina, Guapi (Cauca), San Basilio (Bolívar) y Uré (Córdoba) montaron altares para sus muertos, mientras que otros de Cali, Tumaco y el norte del Cauca hicieron lo propio como homenaje a las figuras de las que son devotos: San Francisco de Asís, la Virgen del Carmen y el Niño Jesús. Al final, el trabajo terminó siendo un rito profundamente espiritual que permitirá comprender algunas de las costumbres de las comunidades negras, olvidadas durante tanto tiempo en la historia nacional.

ARTICULO PUBLICADO EN LA REVISTA CROMOS.


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